Un viejo amigo me decía que el mundo se asemeja a un tempano en el agua. Por fuera es blanco, toda pureza y sólo una mínima parte se deja ver, pero su gran masa está por debajo del agua. Es oscuro, frío, ruin y malvado. No comparto esta metáfora ya que estaría en contra de una ley primordial que gobierna el universo. La ley de leyes, ya que escapa a la física y a toda ciencia. La ley de las compensaciones, ya que a toda acción deviene una reacción.
Pero pensándolo bien puedo utilizar mejor la comparación y decir que el hombre es como un témpano y no referente al bien o al mal, sino más bien al conocimiento que tenemos de nuestro interior profundo.
Una simple visita turística a nuestro yo es de buenas a primeras bastante inquietante. Si bien un 70% de nuestro parloteo diario se basa en cuestiones del "yo" como por ejemplo: "yo creo..." "yo pienso que..." "yo hice o haría tal o cual cosa" pero nunca pasa de ciertas formas de creerse, de pensarse o de hacerse. Ya que este "sí mismo" no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea.
Eleanor Roosevelt escribió una vez: “Creo que de una manera u otra aprendemos quienes somos realmente y luego vivimos con esa decisión” y esto define un poco al mundo occidental y cristiano ya que "ser" aquí y ahora depende de un acto de voluntad suprema. Y ese "ser" dependerá de cuanto hagas, luches, conquistes y poseas. Un ser dominante y transformador. Un Yo importante.
Jean-Paul Sartre remata "Sólo nos convertimos en lo que somos a partir del rechazo total y profundo de aquello que los otros han hecho de nosotros”.
De la misma manera el pensamiento oriental considera que el "yo" social es una serie de rótulos, de definiciones que nos van poniendo y que vamos aceptando como ciertas, son las cosas que nos diferencian e identifican como individuos.
Según esta corriente un hombre sabio o que pretende encontrar verdad y sabiduría debe ignorar lo que sabe de sí mismo, debe identificar lo que pusieron en él y desecharlo, vaciar de contenido su ser y redescubrir ese yo universal que fuimos antes de ser y que habita en nosotros.
Buda nos dice: "todo hombre viaja por el mundo buscando lo que es, pero tarde o temprano regresa a su interior para encontrarlo”.
Puede que esta cuestión de los témpanos no haya ido adonde tenía intenciones de ir, pero creo que terminé donde quizás pueda empezar.
José de Guardia de Ponté
José de Guardia de Ponté