Podemos definirlo como la capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable. Esta capacidad y/o criterio devienen de conocimientos y creencias compartidas por una comunidad y consideradas como prudentes, lógicas y válidas.
Este “sentido” suele ser considerado también como una capacidad natural de las personas y que no necesariamente requiere de estudio o investigaciones teóricas, sino que surge forjando una inteligencia basada en un conocimiento empírico de la vida cotidiana a partir de las experiencias vividas y de las relaciones sociales, aunque en gran parte se nutre del legado que recibimos durante nuestro aprendizaje.
Como podemos ver existe una íntima relación entre el “sentido común” con la “sabiduría popular” como así también con la “moral” ya que todo se nutre de las relaciones sociales de una comunidad.
Interesante sería preguntar entonces si existen diferentes “sentidos comunes” como existen diferentes “morales”. O si el “sentido común” es común para todos los hombres y todas las culturas?
Como es de imaginar muchos pensadores han estudiado esta cuestión y han discurrido en corrientes de pensamiento para explicar este concepto. Casi la mayoría infiere, salvo los universalistas, que esta cuestión no es precisamente común a todos los hombres ya que existe una dependencia del sentido común a sus contextos culturales específicos.
Ahora bien saliendo de las especulaciones teóricas, y adentrándonos en la rica perspectiva de divagar un poco, pienso en la frase de Eugene O'Neill: “Creer en el sentido común es la primer falta de sentido común” y esto será quizás porque “El sentido común” nos invita a dejar de pensar, a tomar el camino más corto: la sabiduría popular. En cada comunidad, los grupos más fuertes deciden día a día las tendencias que deben seguirse y las normas de conducta aceptables; retocan incesantemente el diseño del perfil de ciudadano modelo, con sus posibles variantes que giran en torno a la edad y el género.
Que habría sido entonces de los grandes artistas, de los excéntricos, los extravagantes, los transgresores?
Si todo se basa en ciertas cuestiones universales o comunes a muchas sociedades: no desnudarse en la vía pública, no robar, no reproducir música a altos volúmenes luego de cierta hora de la noche y no agredir espontáneamente a las demás personas. Seguramente, todas estas cosas suscitan la expresión “es de sentido común”. Pero en el arte? En la política? O en cualquier manifestación cultural humana, el problema sería cuando alguien atraviesa la línea de lo establecido por esta serie intangible de reglas, dado que su entorno no suele tener las herramientas suficientes para juzgarlo o entenderlo.
Jacinto Benavente nos dice: “Es más fácil ser genial que tener sentido común” porque existe gente que está tan llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio.
El sentido común es muy bueno, ya lo creo, es el opuesto a la estupidez, es el instinto de la verdad pero no es toda la verdad.
La imaginación crea, la razón analiza, el sentido común modera y nuestra alma nos impulsa a moldearnos como únicas y bellas piezas de arte.
José de Guardia de Ponté