Si bien todas la regiones culturales del país tienen una razón de ser, y como es menester con cosas positivas y otras... no tanto. En Salta, por ejemplo, la puntualidad es una cuestión de análisis.
Existen en un orden minoritario de salteños que son extrañamente puntuales, diría más, caen a una cita unos minutos antes si le es posible, con la lamentable consecuencia de tener que esperar pacientemente ya que, en su mediana gran mayoría, nadie hace gala de esta virtud.
El tiempo para el salteño desde épocas inmemoriales es relativo, lo más posible sea que Dn. Alberto Einstein haya generado su teoría inspirado en esta característica.
Mi abuelo por ejemplo, rondaba impaciente la cocina antes de la cena y cuando ya faltaba cinco minutos para ser servida se acordaba de hacer algún trámite en la casa o en el barrio... la cuestión era que siempre mi abuela renegaba porque debía recalentar varias veces la comida hasta que por fin aparecía con cara de "yo no fui", "impávido" como se acostumbraba decir antaño.
Muchos salteños hasta se toman un cafecito antes de asistir a un compromiso cosa de darle tiempo al otro salteño que llegue tarde con tiempo de antelación... porque... el que llega primero pierde.
En las conferencias o reuniones de cualquier tipo se cita con una hora de antelación cosa de empezar a tiempo.... con el acostumbrado reniegue de los puntuales, que considerandolo bien, son unos contreras irremediables que no aprenden nunca.
Las manifestaciones populares en Salta son muy curiosas, por lo general se hacen dos, una con los que llegan a tiempo y otra más populosa con los que llegan tarde.
Cuando una salteña te dice "esperame un ratito afuera, me arreglo y salgo" más vale que tengas un rompecabezas de 78.000 piezas o un libro de crucigramas a mano, porque un ratito es... "le mort".
No es necesario decir que el paciente salteño en lo que atañe a la salud es un verdadero martir... ya que el médico nunca llega a tiempo y menos atiende a hora.
El índice de pérdidas de aviones en el aeropuerto de Salta supera las medidas normales... "donde se ha visto que estos bichos partan a tiempo... que desconsideración ! " me comentaba un citadino.
Si uno se fija en el reloj de un salteño de seguro lo tiene adelantado, es para llegar mas o menos a tiempo al trabajo, para no recibir descuentos odiosos, pero de todas maneras algo se solucionó el inconveniente ya que debe ser en la única provincia del país que existe un decreto que permite al empleado público a pedir clemencia por llegadas tarde.
Lamento decir que las ambulancias son un verdadero peligro y que lo más recomendable es movilizarse por cuenta propia.
Salta es así, atemporal, eterna y pintorescamente impuntual.
José de Guardia de Ponté