Existe un dicho popular picaresco que reza: "prometer para meter... una vez metido, nada prometido" y esto viene a cuenta y con el perdón de alguna dama recatada, ya que "prometer" deriva del latín PRO (antes) y MITTERE (enviar, salir, arrojar, meter) y de este verbo raíz provienen justamente las palabras meter, misa, misil, misión.
Y "promesa" o más fuerte todavía "compromiso" podemos definir como un acuerdo entre dos personas, una de ellas (comprometida) a otra que confía o espera la realización de tal o cual acción.
Y aquí entra en cuestión el valor de la palabra ya que nuestras palabras nos definen como personas, nuestra forma de decirlas, nuestra manera de usarlas, nos delata y mal usadas, nos condena.
Es cierto que actualmente el valor de la palabra dada está en baja. Y no sólo de la palabra comprometida verbalmente, sino de la escrita y concertada en cualquiera de los medios de comunicación que nos permiten emitir nuestros mensajes sin tener siquiera que hablar con la otra persona.
Es cierto también que los políticos de hoy se han convertido en los antiguos sofistas y que justamente banalizan, degradan, ensucian y desvalorizan en todo sentido el sentido de prometer, justamente porque la verdad es un valor relativo para el poder.
Lamentablemente la sociedad se a contaminado con esta situación y ha ido perdiendo el culto a este valor tan bello que genera otro concepto tan importante que es "la confianza".
Y como decía mi abuelita: "la confianza se gana lentamente y se pierde en el instante..."
Pensemos: que bello es encontrar una persona de palabra en quien podemos confiar...
Por qué no cultivar este hermoso valor ? justamente para embellecer nuestra persona e iluminar a quienes nos rodean.
Decían un viejo profesor ya en su retiro "en cuarenta años de docencia no pude enseñar mejor a mis alumnos que lo que mi padre me enseñó con su ejemplo..."
José de Guardia de Ponté