Para esos otros

Para aquellos que todo lo saben
y no existe misterio a su luminaria,
que de soslayo al escarabajo ven
al hombre del pueblo, parafernalia.
Para aquellos que nunca pisaron
la tierra gredosa de estos valles,
sólo asfalto y hollín mordieron
y creen saber más que sus calles.
Para esos sabiondos ilustrados
más paquetes de ideas e inventos
que culturas sabidas, aculturados.

Susurros en cuartos oscuros
Mezclan sabores con los saberes
El vino con las mujeres, lujurias.
Comida que sobra en las tertulias
Comida que falta en los arrabales.

Dentro de sus hoscos silencios
No hay más que ruido y vacío
Soledad, vejez, oquedad, hastío.
Un palacio de soleados espantos.
En dulce calma… desesperados,
viven grandes e ilustres vidas 
que ya vienen de vidas ilustres
tragedia aburrida… condenados.

Para esos otros, muy pocos
Si quieren saber del hombre
del pueblo con piel de cobre…
vayan a los montes,
descubran las montañas,
lávense la cara a la madrugada,
emborrachen el alma en las cacharpayas,
trabajen la tierra con una azada,
llenen de callos las manos cansadas.
Abran el pecho al sol despiadado,
transpiren el polvo de los olvidados
Recojan las vides interminables
de los días mal pagos de los asalariados.
Descubran el hambre de sus propios hijos,
recolecten el odio de los odiados
y transfórmenlos en canto, en gritos
en gotas de rocío – de cristalina agua
de coplas – de zambas y de bagualas.

Sean honestos a pesar de ser pobres
Sean sinceros por más que les mientan
Sean creyentes aunque nadie les crea.

Y cuando ya el alma la tengan curtida
De dolor, paciencia y espanto
Cuando no tengan más bien que su vida,
Ni una moneda de esperanza emana.
Cuando sean de cobre …
por el trabajo, el sol y la tierra

Entonces esos otros sabrán
de folklore…


José de Guardia de Ponté

 

 

 

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