En una Salta de antaño, somnolienta y señorial, casi a principios de siglo las relaciones amorosas eran cosa sería pero a ojos de hoy podría inspirarnos una sonrisa.
Para empezar podríamos decir que el lugar primario de visualización era los domingos en el "tontodromo" o vuelta a la plaza después de misa de 11,30, donde las damitas salteñas lucían sus mejores galas domingueras y los muchachos, ya con el flamante pantalón largo y los zapatos charol espejo, cruzaban miradas y esquivas sonrisas con el consiguiente sonrojamiento pudoroso. La vieja táctica de la caída descuidada de un pañuelo o un lápiz de labio podía traer como consecuencia una fugaz y entretenida charla de como está el tiempo y hasta la atrevida pregunta del nombre de pila, para marcar a fuego en los oídos la música que puede encerrar esa voz angelical de la admirada.
Después venía la etapa de investigación, ¿quién es?, ¿de qué familia proviene?, ¿donde vive?... las hermanas y las primas eran ampliamente necesarias para tales menesteres ya que eran las perfectas espías para recabar la información necesaria.
Ya para el tercer domingo consecutivo de miradas van y miradas vienen, de furtivos saludos, venía el momento del acercamiento formal producido con mucha precisión y perfectamente planeado para que un amigo en común los presente y se pueda llegar a una chala más extensa con la sóla y única intención de pedir permiso para poder visitarla. La respuesta era siempre la misma, ya que la damisela en cuestión debía informar que el aspirante antes que nada debía pedir el permiso correspondiente al padre para poder acceder a tales beneficios.
Superada esta importante etapa el joven en compañía de un hermano mayor o su propio padre se presentaba ante el futuro ogro mayor para pasar el terrible mal trago que no siempre era positivo, ya que si el padre de la damisela no le era satisfactorio el proyecto podía poner una escusa para rechazar al joven.
Con voz trémula y entrecortada se realizaba la consulta a lo cual el futuro suegro podía pedir un tiempo para dar su respuesta, ya dependiendo la situación podría necesitar una investigación profunda de antecedentes.
Cuando al fin llegaba la aceptación paterna seguía la opinión de la madre la cual se daba a la tarde en que el joven se aparecía en el hogar de la niña portando un ramo de flores o bombones... o en ese orden, dependiendo la necesidad. El interrogatorio de la suegrita tenía varias finalidades, la primera era conocer al candidato y la segunda era que la niña pueda interiorizarse de los detalles necesarios ya que no era de buena educación que ella haga muchas preguntas.
Cuando por fin se daban por finalizadas las cuestiones de forma se le comunicaba al joven los horarios y días de visita, las compañías necesarias que participarían, ya que estaba absolutamente prohibido que puedan estar a solas, y las normas estrictas de la casa que debían ser respetadas a riesgo de muerte.
Para que voy a seguir contando lo difícil que se ponía para poder tocar una mano o lo peligroso que podía ser robar un beso.
Cosas que se vivieron en una Salta, que al margen de todo, también cocía habas debajo de las tablas... que no?
José de Guardia de Ponté