Erase un mundo que se podía
un sueño de oro al día a día.
Aún con tanta ganancia, mal contento,
quiso el hombre insatisfecho y avariento
tener, reproducir y conquistar mas oro,
y no darse cuenta que el mundo es el tesoro.
Que la providencia perdone tanta miseria
que inherente al hombre domina,
no debería ser parte de su anatomía
ni haber sido puesto en su morral de anomalías.
Destino será del hombre dominar
sus propios defectos malhabidos
perseguir sus sueños de perfección
que pone siempre en otros individuos.
JGP