La Maldad

Génesis de los pesares del hombre, el lado oscuro del alma, dolor terrible del corazón que se reproduce en rencor hondo y pérfido. No es sobrehumano, más bien está por debajo del hombre, en sus sentimientos instintivos y sus bajas vibraciones. Lo que hace menester aclarar que pertenece solamente al hombre, el mal está dentro, es una parte de su naturaleza. Dice Libba Bray "El mal es una invención humana. Una elección". La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad. Y se reproduce en miles de formas, como una ponzoña negra se diversifica en los siete pecados capitales y todos ellos reforzados y magnificados por otra hembra muy dañina: "la ignorancia" ya que la pobreza – la inseguridad – la violencia - las desigualdades – las adicciones – la corrupción… típicos males de nuestra sociedad son parte del circulo cíclico y dialéctico de la ignorancia institucional.
La maldad no necesita razón alguna, es el otro polo de lo opuesto, como a la luz se le opone la más negras de las noches.
Nos dice Clive Staples Lewis "Ningún hombre conoce lo malo que es, hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno. Sólo podrás conocer la fuerza de un viento tratando de caminar contra él, no dejándote llevar". 
El hombre se debate desde los albores de los tiempos entre los opuestos, combate por dentro y por fuera, una lucha eterna, misteriosa y cíclica. Sin ella, quizás no sería nada, apenas un autómata, una hierba que nace, se reproduce y muere.

El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. Ya dice la remanida frase de Edmund Burke "Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada". Pero en realidad, aunque no lo creamos, siempre las fuerzas se equilibran, puesto que a cada acción se le contrapone una reacción de igual o mayor intensidad. 

Hay quienes dicen que no hay maldad tan mala como la que nace de la semilla del bien y en ese sentido Friedrich Nietzsche nos advierte "los hombres son como los árboles, cuanto más ascienden hacia el bien, más se enraizan hacia el mal". Extraña situación que sufren los que combaten con monstruos quienes siempres corren peligro en convertirse en uno de ellos.

Difícil es el camino de los hombres justos ya que nadie sabe lo que hace mientras actúa correctamente, pero de lo que está mal uno siempre es consciente. 

Si cometería la osadía de aconsejarte te diría que no intentes combatir el mal por medio del mal. Camina paso a paso, con plena conciencia de tus defectos, sin pretender fingir ser bueno, actuar con rectitud, entender lo que es el honor, la dignidad y la verdadera humildad que no es otra cosa que no bajar la cabeza ante nadie y no permitir que nadie baje la cabeza ante ti. Fortalécete defendiendo al débil aunque eso implique combatir al poderoso. Y fundamentalmente sé honesto contigo mismo ya que todo principio maligno comienza con una tonta mentira.

José de Guardia de Ponté
 

 

 

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