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Muchos piensan que el "maligno" se esconde en las cárceles, en los loqueros o en las mismas salas de tortura... pero no sólo se encuentra en estos infiernos terrenales ya que es la misma cosa.
El diablo justamente se presenta algunas veces como serias razones para odiar, Detrás de cada inquisidor. Dentro de la conciencia tranquila de un asesino. En el dinero mal-habido. En el ansia de poder. Es angustia sombría. La perdida de la esperanza.
Camina a la sombra del tirano, con el dolor del envidioso, resuena en la palabra cruel del insidioso y es la venda que ciega al fanático.
Baila feliz en las hogueras de libros y de hombres.
Se burla de lo sagrado como sacraliza el cinismo y la mentira.
Endiosa a la ciencia como se burla de ella desde las religiones.
Nos dice Umberto Eco: "El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda". Lo cierto es que el campo de batalla en donde se desarrolla el duelo entre Dios y el diablo es en el corazón del hombre.
"Ente metafórico" que habita en lo más oscuro de los seres humanos, justamente para reinar no tiene siquiera necesidad de existir.
José de Guardia de Ponté
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