Nos dice el diccionario: "Tendencia a considerar el mundo y la vida de acuerdo con unos modelos de armonía y perfección ideal que no se corresponden con la realidad".
En este artículo no pretendo discurrir por las diversas corrientes del pensamiento universal ni las diferentes posturas abordadas por los pensadores, porque no hubo un pensador que no haya tocado este tema, mas bien y a modo de juego pretendo hacer un poco de malabarismo intelectual con un concepto tan complejo.
Podemos decir, para empezar, que existe en el hombre una fuerte tendencia a conocer lo que le rodea y en ese sentido existen formas de hacerlo, un de ellas "el idealismo" como sistema de carácter filosófico que concibe las ideas como el principio del ser y del conocer.
Un idealista por consiguiente es una persona que concibe y percibe al mundo desde una óptica ideal, en cierto sentido irreal, y que orienta toda su actividad hacia la realización de ese ideal. Deducimos que un idealista es un soñador, utópico, altruista, iluso, ingenuo y filántropo,
Un verdadero espécimen no sabe donde va pero está seguro del camino que transita.
Un ejemplo interesante nos presenta Henry Mencken cuando nos dice: "Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una cebolla, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor". Lo que nos indica la toma de distancia con la realidad y las consecuencias que esto suscita.
También razonamos que al estar divorciados de la realidad el encontrar soluciones a un problema se torna difícil.
Otra cuestión importante para analizar el idealismo es la "pasión" combustible necesario para que funcione correctamente.
Dice Bernard Le Bouvier de Fontenelle: "Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes" y aquí vemos como al unir "ideal" y "pasión" nos encontramos con un hombre que está tan cerca de la sabiduría como de la estupidez porque todos los idealismo son buenos en esencia y las pasiones también son buenas mientras uno sea dueño de ellas, pero se hace malo cuando al combinare se convierten en fanatismo.
El idealismo apasionado incontrolable y fanático nos lleva irremediablemente al abismo. Sencillamente porque no conoce limites y lamentablemente siempre encuentra en la violencia su factor desencadenante.
Es menester entonces saber que el punto medio entre razón y pasión - idealismo y realismo es necesario ya que se equilibran y autoalimentan. Esto se llama "ecuanimidad" que mide, pondera y templa el ánimo.
El hombre debe saber que cuenta con instrumentos pero no debe ser esclavo de los mismos.
Toda decisión que toma una persona debe provenir de sus valores y sus metas. Los valores parten de sus ideales y sus metas de su razón. Sin la pasión estaríamos inmóviles y vacíos pero sin la inteligencia para guiarla no seríamos libres.
José de Guardia de Ponté