Dicen los dichos populares que la poesía sirve para que las almas extraviadas se encuentren y en ese sentido, en el mundo del romanticismo, cada encuentro constituye una bifurcación posible.
A los poetas se los encuentra en sus letras, están detrás de cada hoja caída en otoño, en el filo mismo del abismo dulce de cada puesta de sol.
Cecilia Ahern nos dice: "La vida está hecha de encuentros y separaciones. La gente entra en tu vida a diario, les dices buenos días, les dices buenas noches, algunos se quedan unos minutos, otros se quedan unos meses, algunos un año, otros toda una vida. Pero con todos ocurre lo mismo... tarde o temprano se van".
Pero hay seres especiales, inolvidables, hay seres que permanecen grabadas en la memoria con mucha más definición tras un breve encuentro que otras a las que ves cada día de tu vida.
Juan Gelman remata: "El amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa, y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran"
Yo diría que esta realidad del devenir, son oasis que median entre la soledad y la ausencia e incluso ese milagro de encontrarse en ninguna parte, como ocurre con los imposibles, sea lo que llamamos amor.
José de Guardia de Ponté